Cómo se puede servir a Dios en un mundo inmoral?
Frase por Graham Greene
El amor no se termina por el solo hecho de que no nos veamos.
El odio no es más que carencia de la imaginación.
Escribir es una forma de terapia. A veces me pregunto cómo se las arreglan los que no escriben, o los que no pintan o componen música, para escapar de la locura, de la melancolía, del terror pánico inherente a la condición humana.
La humanidad avanza gracias no solo a los potentes empujones de sus grandes hombres, sino también a los modestos impulsos de cada hombre responsable.
Nadie sabe cuánto puede durar un segundo de sufrir.
Nuestra pasión es rozar el borde vertiginoso de las cosas. Sigue siendo lo que ha sido siempre: el límite estricto entre lealtad y deslealtad, fidelidad e infidelidad, las contradicciones del alma.
Nunca convencerás a un ratón de que un gato negro trae buena suerte.
Una pasión tiene que tener algo de clandestino, algo de transgresor y algo perverso.
Una historia no tiene comienzo ni fin: arbitrariamente uno elige el momento de la experiencia desde la cual mira hacia atrás o hacia adelante.
Pienso que la Navidad es una fiesta necesaria; necesitamos un aniversario durante el cual podamos lamentar todas las imperfecciones de nuestras relaciones humanas. Es la fiesta del fracaso, triste pero consoladora.
El mejor olor, el del pan; el mejor sabor, el de la sal; el mejor amor, el de los niños.
Una historia no tiene principio ni fin: uno elige arbitrariamente ese momento desde el que mirar hacia atrás o desde el que mirar hacia adelante.
Medios de comunicación es sólo una palabra que ha venido a significar mal periodismo.
El peligro es el gran remedio para el aburrimiento.
En el fondo de nosotros mismos siempre tenemos la misma edad.
La mayoría de las personas prefieren confesar los pecados de los demás.
El éxito es más peligroso que el fracaso, rompe en ondas en la amplia costa.
No se puede concebir, ni puedo, la terrible extrañeza de la misericordia de Dios.
La señora se arrodillara, diciendo su Ave María; Ella no cree, pero entre los católicos, incluso los escépticos son corteses.