Imágenes de la frase célebre
        No había más que darle un toquecito ligero en la espalda de vez en cuando. Y cuando se daba la vuelta movía el trasero a saltitos de una manera graciosísima. Me encantaba. De verdad. Para cuando volvimos a la mesa ya estaba medio loco por ella.
        
  
    
    
      
        
        
      
    
  
        
          
             
          
        
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